Lo vivído en Caraz este último fin de semana ha sido increíble.
Pero ha sido real.
Ser testigo, inmerecido, de lo "sencillo" es, como lo compartía con una amiga, impagable.
¿Qué es lo sencillo? La suave brisa. Como es la presencia de Dios mismo.
Hombres y mujeres que amanecen con el día y se duermen agradecidos, también junto con él, después de dialogar con la tierra (sí se podía), junto a las plantas y flores, los animalitos, el sol y el nevado-aunque se vea algo agrietado ya; sí pues, el calentamiento-.
No puedes dejar de hacer el paralelo entre Lima con su ritmo TAN AGITADO, y
Caraz.
A Caraz lo componen muchas comunidades pequeñas.
Nosotros llegamos a PUEBLO LIBRE, desde donde iban a repartirse los regalos donados por cientos de madrinas y padrinos chamenses, je.
Los niños se levantan desde muy temprano- PERO MUY TEMPRANO -para bajar hasta el poblado donde saben van a recibir sus presentes. El Hno. Walter-sencillísimo y atento- nos contaba que cortan camino, entre la trocha, que es un camino no asfaltado entre los cerros, y el valle.
El hno. no trabaja solo sino que lo acompañan sus catequistas, jóvenes y adultos. Con su ayuda los niños fueron ordenados por comunidades para luego entrar al hermoso templo parroquial.
El hno.Walter dió inicio al reparto con una oración. De ahí nos dividimos para empezar nuestra labor. El reparto no se haría en el templo mismo sino en la casa parroquial que está a media cuadra.
Mientras los catequistas cantaban y jugaban con los niños, se iba anunciando el nombre de una comunidad; esta se ponía de pie y seguía a un encargado quien los llevaba hasta el atrio y de ahí otra persona los llevaba a la casa. Claro, si estaba su catequista, él los llevaba.
Aquí se les repartía una taza con chocolate, un trozo de panetón y se les entregaba su regalo.
La familia Trio, hermanos colaboradores de otras ocasiones, aportaron el alimento.
Todo este movimiento se hacía con plena participación del pueblo; sólo los niños- identificados con una tarjeta con sus datos- y sus catequistas entraban al templo, esto por una cuestión de orden. De igual modo a la casa parroquial: sus madres les alcanzaban sus tazas para el chocolate cuando formaban fila en el atrio antes de enrumbar hacia la casa; luego ya no lo podrían hacer.
Era sábado 5. ¿Se adelantó la fiesta de los reyes magos? Sí, creo que sí, jejeje.
En todo caso celebramos las vísperas, alegre y sencillamente. Como a Dios le gusta, no?
Por la noche, y de esto creo que no nos percatamos en aquel instante, alguien se fijó en el cielo, que hacía un rato estaba nublado, pero por la llovizna se despejó: ya podíamos ver las estrellas. ¡ajá!
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